domingo, 5 de septiembre de 2010

sueños...

De repente abres los ojos. Sobresaltado por ruidos y sonidos que te recuerdan que el momento de la rutina se acerca, que los vecinos han vuelto de sus vacaciones y la calma se acabó.

Te das cuenta que todo no era más que un sueño, uno de los más reales que has tenido. Entonces te aferras con fuerza a la almohada y vuelves a cerrar los ojos, intentando volver a ese mundo, intentando recuperar el sentimiento que te hacía sentir esa persona a la que no consigues ponerle un rostro, intentando que todo esté una vez más bajo tu control, sin tener que preocuparte por nada más que disfrutar.

Pero el mundo sigue alrededor de tu cama. Los vecinos siguen martilleando sus paredes como locos, siguen poniendo la música a todo trapo mientras tu mundo de ensueño se derrumba y la realidad te envuelve reclamando su lugar a patadas.

Al final te despiertas, te levantas a regañadientes, te cagas en la madre que parió al cabrón del martillo y te dispones a afrontar el día...total, no tienes más opción que hacerlo.

Ya en la ducha no paras de intentar recordar todo el sueño, de encajar las piezas de un rompecabezas que, una vez despierto, no tiene solución. Pero aún así lo sigues intentando.

Al final pasas el día anclado a ese sueño, buscando en los residuos de esas imágenes inventadas, entre esos sentimientos artificiales y en ese rostro desconocido la manera de escapar de la realidad.

Sólo buscas sentirte en paz, recuperar aquello que perdiste en el mundo que te ha tocado vivir, escudándote en un mundo en el que todo es posible y en el que que puedes volver a verla, aunque sigas sin saber quién es.

Por la noche volverás a la cama, estarás un par de horas luchando contra el calor y el insomnio, y al final mientras tus ojos se cierran y te sumerges lentamente en tus sueños solo te preguntarás una cosa....¿volveré a verla esta noche?

Gracias por leer.

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